LINUS BORGO 1995 Stamford, CT, US

El cuerpo, en la vida contemporánea, puede presentarse como un conjunto de síntomas para que los lea un médico. Puede, en contextos psicoanalíticos, ofrecer un mapa somático de trastornos psíquicos, una red de rastros de memoria o una superficie sobre la que se manifiestan secretos ocultos. El cuerpo puede ofrecer una constelación de cicatrices; por ejemplo, las dos líneas horizontales debajo de los músculos pectorales que ahora se han vuelto comunes en la vida euroamericana, indican la cirugía superior transgénero y la creación de nuevas formas de encarnación. Las colaboraciones entre la medicina, la psicología y la sabiduría vernácula han cambiado nuestra comprensión de la encarnación de manera rápida y definitiva. Lo que una vez fue un mensaje de lo divino, ahora es una conversación entre partes de los ensamblajes de carne que llamamos cuerpos. En las impresionantes pinturas de Linus Borgo, el artista recurre a concepciones más antiguas, anteriores y maravillosas de los cuerpos. La naturaleza monstruosa de la encarnación extraña sirve menos como una advertencia o un lugar para la proyección patológica y más como una señal de lo que vendrá. El significado original de monstrum, después de todo, proviene del latín monstro -mostrar- y la palabra moneo -advertir-. Y un monstrum, para los romanos, era una señal de los dioses que indicaba que se había alterado un orden natural. Las interpretaciones modernas del significado de la palabra monstrum suponen que cada vez que algo antinatural emerge en el orden de las cosas, significa algo malo, pero esto no es necesariamente así. El potencial disruptivo de un monstrum podría revelar verdades indeseables, o podría indicar los límites de los sistemas de conocimiento convencionales, o un monstrum podría ser una puerta a nuevas comprensiones del cuerpo en su conjunto. El monstrum era híbrido. La hibridez del tipo monstruoso y maravilloso puebla los mundos que Borgo imagina, visualiza y pinta. Una pintura o escultura de Borgo a menudo se centra en un cuerpo extraordinario, uno que fusiona discapacidad y transitividad y luego ubica ese cuerpo en un mundo de belleza antinatural. Sus figuras aparecen en entornos urbanos como dioses que han caído a la tierra, o emergen en los bosques, como cuerpos que han echado raíces y se han convertido en parte de un nuevo orden ecológico, o se manifiestan en un quirófano donde la reparación en un sitio ha abierto una herida en otro y una nueva luna se asoma a través de la grieta entre este mundo y otros. Algunos de los personajes de Borgo tienen alas, otros tienen cola de pez, algunos tienen brazos o les faltan partes de los brazos, algunos son como Cristo mientras que otros comulgan con la vida animal y se fusionan con ella. Los personajes de Borgo son ángeles y punks, son dioses y demonios, viven en la penumbra del amanecer o del anochecer, miran los charcos no para verse a sí mismos sino para conocer la trampa de la mímesis. Los cuerpos transmasculinos de Borgo son monstruos o portentos divinos y ellos mismos buscan presagios y mensajes de los dioses en las entrañas de los peces, cerdos u otras criaturas. Entre todos los humanos, animales, vegetales y cosas de estas pinturas, hay corrientes de adivinación, sistemas semióticos de ecología poshumana y nuevas visiones de la vida, la vivacidad, la naturaleza muerta y la vida después de la muerte. Borgo se inspira en iconografías renacentistas y clásicas, pero el mundo que pinta es completamente contemporáneo. En Haruspex (2023) ofrece una versión moderna de la práctica romana de examinar las entrañas de los animales en busca de presagios. Un hombre trans se sienta en el borde del tocador del baño, de espaldas al espejo o al botiquín, cosiendo el cadáver de un feto de cerdo. Como una interpretación macabra de la domesticidad trans o de lo trans ordinario, la figura apoya casualmente un dedo del pie en el borde del inodoro. Detrás de él, podemos ver su espalda en el espejo, pero también una vista frontal de otro hombre trans. Toda la escena está bañada por una luz verde que, como veremos, es una característica de las pinturas de vida trans de Borgo. ¿Qué ha visto esta figura transmágica, este chamán, en las entrañas del cerdo? Su boca se curva ligeramente hacia arriba en una media sonrisa, pero sigue concentrado en la tarea en cuestión, volver a armar el cerdo diseccionado. La desnudez de la figura, la exhibición casual de genitales no fálicos y un pecho masculinizado, reerotiza y desfamiliariza a la vez al ser humano y sus extrañas disposiciones de carne, signos y cicatrices.