domingo, 20 de abril de 2025

LAS ACADEMIAS DE ARTE COMO OBJETO ARTÍSTICO

Leonardo da Vinci abre en 1507 la primera academia de arte. Aunque no funciona como escuela, Leonardo hace revolucionarios planteamientos sobre la educación del artista. Pretendía transformar el arte en una ciencia, alejándolo de las artes mecánicas (artesanías), para lo cual era necesario convertirlo en el "arte del disegno". Sólo a través de él se podría proceder científicamente, al hacer posible la planeación basada en la precisión matemática. Para Leonardo el dibujo es, ante todo, un instrumento de investigación, y así lo utiliza en su producción artística. A partir de ahí el dibujo se constituirá en la base pedagógica de todas las futuras academias. Vasari funda en 1536 la Academia del Disegno, primera academia de arte propiamente dicha, dotada de normas, y en la cual se introduce formalmente la enseñanza. Lo que más importaba para los artistas participantes era el disegno, esa "espressione e dichiarazione del concetto che sia nell animo". Ghiberti hace una avanzada propuesta para la formación de pintores y escultores, la cual representa una prueba de la intención de elevar el arte al carácter de actividad intelectual. Exige un conocimiento bastante profundo de las siguientes artes liberales: gramática, geometría, filosofía, medicina, astrología, perspectiva, historia, anatomía, teoría del dibujo y aritmética. En Roma es fundada en 1593 la Academia de San Lucas, la cual va a tener una larga vida y una significación especial para el resto de las academias europeas y para la Academia de San Carlos de México. Su objetivo principal era el educativo. La porcelana esmaltada de la fábrica del gobierno francés en Sévres agradó tanto a la reina por su gusto que le "daban ganas de comprarla toda". Las monarquías absolutas impulsarán enormemente las academias durante los siglos XVII y XVIII. Son nuevos tiempos —los del mercantilismo— con nuevas ideas. Todas las academias tendrán entre sus objetivos el favorecer el comercio exterior del país, elevando la demanda externa de sus productos, los cuales, por ello, debían ser útiles y estéticos. Los artistas nacionales habían de mejorar su gusto para poder colaborar positivamente con los talleres y las fábricas. Con el mismo propósito se incluyeron también clases de dibujo para artesanos. Son estos objetivos prácticos los que explican el crecimiento exponencial de las academias: en 1740 había 25, para 1791 encontramos 96 (dos de ellas en América). Ciertamente la mayoría no eran verdaderas academias, sino solamente escuelas de dibujo. En 1648 se funda la academia francesa, la más influyente de todas. El programa incluía arquitectura, geometría, perspectiva, aritmética, anatomía, astronomía e historia y, desde luego, el dibujo era central. Este acercamiento estrecho entre lo artístico propiamente dicho y la producción de objetos satisfactores de necesidades cotidianas va a desaparecer en el siglo XIX. El arte obtiene su autonomía y las academias se escinden de las escuelas de artes aplicadas o industriales y de las carreras de orientación tecnológica en las universidades. Ahí la arquitectura inicia su camino de separación de las academias y del arte, para pasar a ser concebida como una profesión más entre otras. ¿Qué había ocurrido? El Romanticismo, con su ideal de libertad creadora de la que sólo eran capaces los espíritus selectos, adquirió inusitada fuerza. El individualismo se exacerbó y el arte caminó hacia una mayor elitización. Para los románticos, lo que la academia neoclásica impulsaba era comercio y no arte, era sujeción y no libertad, rutina sin genialidad. A este cambio se añadió otro más, de grandes proporciones: la revolución industrial. A partir de entonces los muebles y enseres de la vida cotidiana se fabricarán en serie y masivamente, por lo cual era imposible prescindir de la planeación del objeto antes de iniciar su fabricación, realizada ahora en cadena, con una intensa división del trabajo. Además, dicha planeación —el diseño tal como hoy lo entendemos— debía ser precisa y concienzuda. A través del tiempo la actividad proyectual incorporó una serie de disciplinas; sin embargo, las primeras que evidenciaron su utilidad al respecto y se encontraban a la mano, fueron los dibujos y las geometrías.

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